Yolanda E. Arellano Carvajal | Memorias de exilio

Yolanda E. Arellano Carvajal | Luxemburgo



¿CÓMO VIVIÓ EL PRIMER PERIODO EN EL NUEVO PAÍS?

Partir de viaje hacia Argentina

Un tres de enero de 1974 logramos dejar Chile, partir….. de viaje. Mi querida madre logró con un abogado amigo, hacer un documento para enviar a sus tres hijos menores de edad de vacaciones a la Argentina, resultó en la frontera nos dejaron pasar…….

A fines de julio de 1974 fueron expulsados por decreto mi padre y mi hermano Pedro Hugo Exilio no es solamente una palabra, es una herida abierta en el cuerpo.

La espera en Argentina

Erwin, Archie y yo esperábamos impacientes noticias y la tan esperada llegada de nuestros seres queridos. El reencuentro también ocurrió por etapas. En julio de 1974 expulsan de Chile a mi padre y a mi hermano Pedro Hugo, mamá y mi hermana Silvia logran dejar Chile en agosto del mismo. Finalmente reunidos nuevamente en Argentina.

Este exilio empezó difícil, pero estamos todos vivos y juntos.

Buscar trabajo, donde vivir no fue tarea fácil.

Ya en 1975 empiezan a vislumbrarse los peligros para nosotros los chilenos, que éramos solamente emigrantes en Argentina y no refugiados políticos. Los comandos de extrema derecha entre ellos la triple AAA (Alianza Anticomunista Argentina) éramos sus presas preferidas para infundirnos terror y hacernos sentir que no éramos los bienvenidos en la República Argentina. Se nos hizo difícil, trabajar, estudiar, vivir y comer. Empezó nuevamente un periodo de cambios de casa, nos mudamos tantas veces que ya no desempacábamos las maletas, estábamos siempre listos para partir.

El 24 de marzo de 1976 día del golpe en Argentina, comprendimos que nuestro exilio continuaría en otras tierras.

Recuerdo que “tener acento chileno después del golpe del 76 era como tener un flechazo en la cabeza”, era “terrible vivir con ese miedo”. “Esta historia me duele, porque nosotros queríamos volver a Chile lo más pronto posible y vivir y residir en Argentina no era lejos de Chile, el retorno era cosa de horas bastaba con cruzar la Cordillera de Los Andes.

Mis padres en Buenos Aires logran pedir ayuda al organismo de la ONU ACNUR. Este organismo nos ofrece alojarnos en hoteles en Buenos Aires. Mis padres rechazan la propuesta, gracias a esa decisión puedo contarles esta historia. Los hoteles fueron allanados y se llevaron a todos los refugiados ahí alojados. Por ejemplo el barrio de San Telmo desde donde muchos latinoamericanos desaparecieron sin dejar rastro.

Empezamos a presentar nuestra demanda a varios países como Canadá, Alemania, Bélgica y Holanda. El Gran Ducado de Luxemburgo es representado a nivel de embajada por Holanda y a nivel de consulado por Bélgica. De esta manera Luxemburgo descubre que había en Argentina chilenos en peligro. Amnesty International sección Luxemburgo junto con el gobierno luxemburgués financian nuestro viaje a Europa. Pero teníamos un problema nuestros documentos chilenos estaban caducados y Chile nos negó todo documento. Holanda, tiene una legislación que había servido durante la segunda guerra mundial, consiste en un documento, un salvoconducto que nos permitió salir de Argentina pasando por Ámsterdam para luego aterrizar en el Gran Ducado de Luxemburgo.

Papá corre a buscar un almanaque para obtener más información sobre el Gran Ducado de Luxemburgo, cuando descubrimos que en Luxemburgo tenía solo 300 gendarmes voluntarios para resguardar su seguridad, país pacífico. Mis padres nos dijeron ahí nos vamos, “en el Gran Ducado de Luxemburgo no hay ningún riesgo de golpe de estado”, con dos golpes de estado a nuestro haber era más que suficiente. Detalle importante nosotros los hijos habíamos estudiado en Chile en un colegio Alemán “Deutsche Schule de Quilpué y de Villa Alemana”, sabíamos hablarlo y escribirlo. En Luxemburgo es muy particular del punto de vista lingüístico, se usan tres idiomas en la administración, el francés, el alemán y el idioma de los luxemburgueses, el luxemburgués (idioma que tiene su origen en el viejo alemán e influencia del viejo francés). La lengua escrita de la administración es el francés y un poco de alemán. El luxemburgués es una lengua nacional que se escribe poco, es el mejor secreto de los luxemburgueses, los que logramos hablarlo y comunicarnos, descubrir ese secreto, llena de alegría a mis compatriotas luxemburgueses.

Papá (nacido en 1927) logra encontrar trabajo en la gestión de una estación de Servicios. Que le permitía ejercer su profesión de periodista en emisiones radiales en Bélgica y Luxemburgo. Cuando nace Radio Latina de Luxemburgo, mi padre es uno de los que hicieron posible junto a amigos españoles que tuviese programas variados, la experiencia radial de mi padre ayudó a que programas en castellano existieran en Luxemburgo y esto hasta su retorno a Chile.

Mamá (nacida en 1937) a cargo de toda la organización de nuestro hogar, no podía salir de casa. Encontró con el Servicio Social de la ciudad de Luxemburgo, un trabajo cuidando niños abandonados en espera de familias de adopción. La gran mayoría de los que pasaron por nuestra casa aprendieron a hablar el castellano.

Pedro Hugo (nacido en 1954) trabajo en varias empresas, fábricas, hasta lograr entrar luego de un concurso en las instituciones europeas y es delegado sindical. Ahora viudo tiene cinco hijos.

Silvia (nacida en 1955) después de haber trabajado varios años como asistente de enfermera, se casó y se consagró a su familia. Madre de dos hijos y abuela.

Yolanda, (nací en 1956) trabajé también al principio, cuidando niños, como secretaria, como cajera en un supermercado. Me fui a Bruselas a estudiar comunicación pero no lo terminé. Postulé a un puesto para la administración pública luxemburguesa y ahí estoy aun, hasta mi jubilación que será pronto. Estuve casada por más de 20 años y no tuve hijos.

Erwin (nacido en 1959) después de varios años ocupando puestos de responsabilidad en sociedades bancarias luxemburguesas y europeas, decide en el 2003 volver a Chile. En Europa se quedaron sus dos hijos varones.

Archie (nacido en 1960) decidió después de varios empleos,  instalarse con un Restaurante “El Yucatán” con especialidades latinoamericanas y con la ayuda y complicidad de nuestra querida madre, gran conocedora de la cocina chilena y argentina. En los años 95-96 Archie decide volver a Chile, junto a su esposa francesa e hijos pequeños. Ha sido concejal de la comuna de Limache por dos periodos por el Partido Radical.

Salvador, nacido en Argentina en 1975, casado con una luxemburguesa es padre de cuatro hijos, de las cuales tres son niñas y un regalón. Trabaja en el ámbito de las relaciones humanas.

Elise (nacida en 1979) nuestra hermanita luxemburguesa es ingeniero en construcción.

“La dictadura de chilena y argentina se emborracharon con nuestras lágrimas, con nuestro dolor.

Hoy, es la libertad la que nos embriaga a nosotros.

 

EL GRAN DUCADO DE LUXEMBURGO – EUROPA

Luxemburgo en los años setenta acoge refugiados políticos de América Latina.

Constituimos en Luxemburgo una mini-comunidad bastante politizada. De acuerdos a los datos de los organismos, de las asociaciones socio-culturales, la comunidad chilena contaba alrededor de 250 personas. En su gran mayoría en parejas con hijos con un promedio de edades que iba de 40 a 60 años de los adultos, y en los hijos las edades iban de 2 a 24 años. Casi todos teníamos una trayectoria por etapas, no habíamos llegado directamente de Chile, en nuestro caso pasamos por Argentina y después del golpe del 24 de  marzo de 1976, Luxemburgo nos acoge en marzo de 1977, otro contingente chileno pasaron por el Perú y luego llegan a Luxemburgo.

Mis padres querían quedarse en América Latina, pero las condiciones no se dieron.

Luxemburgo tenía en ese entonces un gobierno de coalición política centro-izquierda. Los liberales y los socialistas se ponen de acuerdo para recibir refugiados latinoamericanos. Creando estructuras de acogida y preparando la inserción social y profesional.

Los gestos de simpatía, la ayuda, la compañía a titulo colectivo y personal fueron grandes. Los comités de solidaridad como Comité Chile Libre a título de ejemplo, se puso en campaña para encontrar trabajo para cada chileno.

Nos fue a todos muy bien. Encontramos paz, trabajo y mucha solidaridad.

Pienso, que la raíz del problema reside en que el exiliado navega entre dos aguas: su necesidad de inserción a la nueva sociedad en que vive y sus dificultades de adaptación motivadas por diferencias de orden idiomático, de idiosincrasia, de organización social y de modo de vida. Sin embargo, el factor más poderoso en estas dificultades de inserción al nuevo medio radica en la actitud con que asume su exilio el exiliado, quien salió no voluntariamente de su patria, sino que presionado, violentado y que por consiguiente, entiende su exilio como un periodo transitorio, que ha de transcurrir con la perspectiva de un fin determinado, cual es el retorno a la patria, a nuestra gente, a nuestras luchas. Ahí están los que «aún no desempacamos»…

Anécdota: ya casada: partir de vacaciones con mi esposo Víctor, hacer las maletas, era toda una ceremonia, mi maleta apenas la podía cerrar, mi esposo con mucha paciencia, me miraba y me decía: ya terminó? ahora me toca a mi …….más de la mitad de las cosas no eran necesarias… me decía: mi amor nos vamos de paseo por dos semanas y volvemos a casa, no nos vamos para siempre!

Durante los primeros años de exilio, sentí que crecía en mí la necesidad de escribir. Seguramente la violenta carga de emociones que se vinieron acumulando a partir de 1973. Quizás lo fundamental fuera la necesidad de comunicación a un nivel que en el plano oral no siempre es fácil transmitir. A veces me despertaba por las noches y mientras escuchaba el tenue ruido lejano de la ciudad, sentía el deseo de desahogarme y ordenar un poco mi confusión espiritual. Escribir y volver a escribir. La verdad es que mi sensibilidad desgarrada sentía que me hacía bien a mí misma. Era mi terapia Papa escribe poemas. Durante la estadía en Argentina descubrí el tango. Los argentinos y el tango, sus letras cuentan, la pena, el olvido, los engaños de los hombres y de las mujeres, Los tangos son innumerables historias de vida, de amor y de desamor. Descubrí que después del golpe de estado de 1973 nosotros los exiliados chilenos nos pusimos a escribir. Nacieron poemas que cuentan el exilio chileno. Papá cuenta, su dolor, su terapia hecha poemas y luego por voces y guitaras amigas se hicieron canciones.

Aquí en Luxemburgo nadie se ríe fuerte, nadie grita, como en Limache o en Valparaíso…»

Al principio, una de las reacciones más típicas del exilio era esa especie de nostalgia chauvinista que va de un «aquí» peyorativo a un «allá» paradisiaco. Aquello de que los tomates en mi tierra limachina ¡eran enooormes!, y las paltas quillotanas y cruzanas ¡tan sabrosas!, y aquí llueve tanto y hay poco sol. Es verdad que en la capital de Luxemburgo, mi horizonte son edificios, casas, me faltaba mi paisaje amplio, mis cerros, esa sensación de espacio, la cordillera como límite y como un cuadro que marcaba mi tierra. La nostalgia olvida los problemas y embellece el recuerdo.

En lo cultural, el exilio chileno fue particularmente activo en Europa. Poetas, novelistas, autores y directores teatrales, actrices, cineastas, coreógrafos, pintores, músicos, cantantes y periodistas chilenos realizaron una valiosa y variada acción cultural y política.

Por encima de lo excepcional o lo anecdótico, mi familia en el Gran Ducado de Luxemburgo fuimos unos de los tantos y verdaderos rostros del exilio chileno, comprometidos con la causa del pueblo chileno y con los altos ideales de humanidad y solidaridad de los luxemburgueses, de los habitantes y residentes, de los funcionarios de los organismos europeos en Luxemburgo, que como capital del Gran Ducado es sede del Parlamento europeo, de la Corte de Justicia europea, del Banco europeo e inversiones, entre otros.

Desandando nuestro exilio ya con la perspectiva del retorno, pensamos también en cuánto hemos visto y comprendido en estos años y en cuánto nos ha entregado este pequeño y gran país llamado Luxemburgo.

Vivo en un país donde no hay miseria, un país donde he visto con mis propios ojos la práctica de una genuina justicia social, tanto en la esfera económica, laboral, educacional, como en los planos de la ciencia, la salud o la cultura.

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