Paula Atias | Memorias de exilio

Paula Atias | Venezuela



¿Cómo viviste el primer período en el nuevo país?

Recuerdo muchas emociones contradictorias al pisar suelo venezolano y sentir ese calor que no conocía y aquellas voces que parecían de telenovela. Me había casado unos pocos días antes de partir y era el comienzo de una nueva vida.

De las cosas que más recuerdo fue la ausencia del miedo, no esperaba que sonaran pisadas de botas y gritos por la noche, pero casi al mismo tiempo la ausencia del miedo se fue convirtiendo en culpa, en lejanía, en espera. Las metas y planificaciones estaban marcadas por el regreso a Chile, la ausencia de muebles en la casa durante años, incluso de los más imprescindibles, era signo que el deseo de regresar estaba presente, pero que la larga espera fue convirtiendo en carencia y desaliento.

Vivía el día a día con la mente puesta en Chile, esperando noticias: políticas, de los amigos, de la familia, no queriendo saber algunas y esperando la que nunca llegó.

Afortunadamente mi juventud me impulsaba a conocer personas, hermosos paisajes y por supuesto una música bella y tan desconocida. A pesar mío se iban filtrando y acurrucándose para formar parte de mí, esencias de la identidad del venezolano, que no reconocería sino mucho tiempo después.

Y así fui aprendiendo, sin darme cuenta, a mirar a otros, a expandir la mente y a crecer sobre un suelo incierto, vacío, inexistente.

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