Patricia Zúñiga Barros | Memorias de exilio

Patricia Zúñiga Barros | Francia



¿CÓMO FUE TU SALIDA DE CHILE?

Yo salí expulsada de Chile el 10 de septiembre de 1975 por el decreto 504 después de 7 meses y 12 días de haber sido detenida. Nunca tuve proceso. Mi pasaporte estaba marcado con una L. En esa época, yo estaba detenida en el centro de detención de mujeres ubicado en Pirque. De allí, fui sacada el día anterior a 3 Álamos donde pasé una noche. Fui conducida al Aeropuerto en un furgón con carabineros armados y con ruidosas motocicletas abriendo el paso. Fui instalada sola en un hangar y se me notificó la imposibilidad de establecer contacto con personas de mi familia que yo sabía que estaban presentes en el lugar. Como todas las fechas próximas al golpe de Estado, ese día contaba con un número particularmente importante de presencia policial. Reclamé, exigí mi derecho de tener una entrevista de 30 minutos y pedí hablar con el responsable. Finalmente este accedió.

¿CUÁLES SON LAS PRIMERAS IMPRESIONES DE TU LLEGADA AL NUEVO PAÍS?

Las primeras impresiones de mi llegada a Paris y precisamente al Foyer de la “Mission de France”, uno de los lugares de acogida de refugiados en Fontenay-sous-Bois, son muy complejas, contradictorias y difíciles de expresar. En primer lugar, puedo decir que me sentía más tranquila de haber salido de la prisión, de llegar a un lugar que consideraba más seguro para poder enfrentar mi parto, ya que tenía 8 meses y medio de embarazo. El nacimiento de mi hija el 1° de Octubre de 1975 fue y será el momento más importante de mi vida. Por otra parte, ser expulsada de su país sin proceso es también un acto vejatorio, de una violencia indescriptible. Por otro lado, era difícil sentirse sola, cuando digo sola, sin el padre de mi hija. En esa fecha, ya se había integrado el hecho de que había sido asesinado junto a todo un grupo que salió de Villa Grimaldi. La publicación de la lista de los 119 en Julio de 1975 nos marcó indeleblemente. Además, la noción de “desaparecimiento” se integró a nuestras vidas, a nuestro vocabulario. Esos primeros tiempos fueron durísimos, el hecho de haber compartido con tantos compañeros desaparecidos en un lugar muy particular, “La Torre” de Villa Grimaldi, en que se crearon ciertos lazos fuertes hizo que era imposible evitar de sentirse culpable de haber salido viva de ese lugar. Pero también fue reparador encontrar a Carlos que conocía desde hacía años en Talca el fue la persona que gestionó la visa, a Cecilia que conocía desde la cárcel, conocer a Carolina, Alejandro, Pedro, Guido, los miembros de la dirección de la organización donde militaba, los sacerdotes de Fontenay sous Bois y tantos otros que fueron de una enorme solidaridad. La acogida fue extraordinariamente cálida en la Cimade, en la Comunidad Católica de Saint Merri en Paris.

¿QUÉ TE EVOCA EL 11 DE SEPTIEMBRE 1973?

El quiebre de un proyecto político que contaba profundas reformas sociales y económicas, todas nuestras referencias se pierden. Es un choque tremendo, la inserción profesional es imposible, los muertos, los miles de detenidos, la necesidad de pasar a la clandestinidad sin gran experiencia, sin medios. La ruptura afectiva profunda con los familiares y amigos que a veces se prolongo por más de veinte a veinticinco años.

¿CÓMO TE COMUNICABAS CON TU FAMILIA?

Por intermedio de personas que viajaban y por carta.

¿CÓMO VIVISTE EL PRIMER PERIODO EN EL NUEVO PAÍS?

Después de obtener el estatuto de refugiado político, poco a poco, había que organizarse, tratar de estudiar el francés era fundamental para obtener un trabajo y un departamento. Esto es simple escribirlo, vivirlo es más difícil. Los primeros meses fueron duros ya que si bien beneficiaba de una acogida prevista para los refugiados chilenos durante 6 meses (comida y alojamiento) era difícil por no decir imposible estudiar el idioma cuando se asume sola un recién nacido. No está previsto el tener una plaza en un jardín infantil ni una asistente maternal por falta de medios económicos. Al cabo de 7 meses de residencia en el Hogar pude beneficiar de un curso de tres meses (salario mínimo) organizado por una Asociación financiado por el Estado francés. Obtuve un departamento social y una admisión en un Jardín infantil para mi hija de 7 meses de edad. Esto permitió el comienzo de una independencia económica. La solidaridad de los franceses fue muy importante. El hecho de tener una formación de Asistente Social fue un muy buen medio de inserción profesional. Los primeros refugiados ya habían obtenido la validación de los estudios chilenos, que eran considerados de muy buen nivel. Esto me permitió trabajar en calidad de asistente Social y paralelamente inscribirme en una Escuela de Servicio Social para validar el diploma. Lo que ocurrió exitosamente al final del año escolar. Comencé a trabajar a partir del 11 de Noviembre de 1976 en una Municipalidad, donde ejercí durante 32 años. Paralelamente pude, poco a poco, asociarme a otros para testimoniar, denunciar los actos de represión que continuaban en Chile. Estando fuera del país, una forma de combatir la dictadura, además de ser una responsabilidad ética era dar testimonio y denunciar.

TRANSMISIÓN DE LA MEMORIA, ¿EN QUÉ IDIOMA LES HABLAS A TUS HIJOS Y TUS NIETOS?

En español, mi hija lo domina perfectamente como también el conocimiento de la problemática chilena y latinoamericana pasada y presente.

SI HAS VUELTO A CHILE, ¿CUÁL ES TU IMPRESIÓN DEL PAÍS?

La impresión que tengo es que no es el mismo país, es un país sin memoria, con un consumismo desenfrenado, con mucho menos solidaridad, culturalmente más pobre. La justicia es muy lenta, las penas para una gran mayoría de los responsables son simbólicas. Tengo la suerte de tener una familia y un grupo de amigos preciosos que siguen teniendo una gran integridad moral y solidaria. Nos juntamos cada vez que viajo a Chile y rememoramos los viejos tiempos, lo pasamos muy bien. Nos contamos nuestras vidas, proyectos, nos reímos… Esto es muy importante para mí.

¿HAY EN TU CASA UN LUGAR QUE TE RECUERDE CHILE?

Si siempre hay algo… música, libros, fotos, un tapis, una artesanía de Quinchamalí, de Pomaire y los amigos o sus hijos que vienen regularmente.

¿QUÉ TE PRODUCE LA PALABRA CHILE?

Para mi es y sigue siendo un país patógeno, peligroso, al recorrer las calles revivo el pasado, ese pasado está siempre presente y este involucra “mis muertos”, nuestros seres perdidos y sin embargo tan presentes. Un país donde se elimino el Estado de derecho, derechos inalienables de las personas consagrados en la Constitución de 1925, un sector importante de la sociedad entre civiles y militares cometieron hechos delictuosos, se convirtieron en asesinos, la impunidad se impuso, donde el atropello a los derechos fundamentales contaron con el silencio de los jueces. Es impactante constatar regularmente que muchos jóvenes inteligentes no sepan nada de lo que ocurrió en esos años ni de los que tanto oprimieron el pueblo chileno. A pesar de toda la acción actual, hay una amnesia colectiva que persiste. Hay que integrar la memoria del pasado para construir la democracia. Una verdadera democracia no puede sustentarse en una Constitución redactada por una dictadura.

LA «MALETA CHILENA» SI VAS A CHILE, ¿QUÉ TE TRAES? O ¿QUÉ ENCARGAS?

Me traigo libros, DVD, locos y/o almejas, orégano, greda de Quinchamalí o Pomaire, joyas étnicas de Amalia Chagneau, chales del Norte y del Sur, merken. Cuando puedo encargar es siempre libros

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