Patricia Vera Traslaviña | Memorias de exilio

Patricia Vera Traslaviña | Holanda



¿CÓMO FUE TU SALIDA DE CHILE?

Militaba en el MAPU, Movimiento de Acción Popular Unitaria, desde los 17 años, como una consecuencia lógica (al menos yo lo encontraba), de mi participación en las comunidades de jóvenes cristianos comprometidos con la justicia social. En ese partido conocí al que fue mi pareja y con quien tuve que dejar el país después del Golpe Militar por miedo a ser detenidos y vernos eventualmente en la necesidad de delatar nombres y dar información que podría en peligro a muchos compañeros de ese movimiento. Mi pareja de entonces, había sido oficial del Ejército y por tanto, conocido por los militares ejecutores del Golpe de Estado. Al 11 de Septiembre se 1973 ya estaba embarazada de mi hijo. Fue Carlos Montes, líder máximo del partido en esos días, quien me dijo que teníamos que salir del país, por nuestra seguridad y la de otros compañeros. Las embajadas, en su mayoría estaban ofreciendo protección a chilenos que llegaban o saltaban los muros para pedir asilo político. Habían muchos compañeros y compañeras en la clandestinidad porque peligraba su vida y otros y otras se dedicaban a ponerlos a salvo ya sea procurándoles contactos o ayudándoles a entrar en alguna embajada. Muchos sacerdotes ayudaban en esto también. Cada día salía yo de mi casa y me despedía de mi madre como si no fuera a regresar porque nuestra misión era buscar y encontrar refugio político, para nosotros y otros compañeros. Finalmente, un compañero nos dijo que había un contacto dentro de la Embajada de Holanda y que allí estarían dispuestos a ofrecernos protección. Eramos dos parejas en ese momento que buscábamos juntos protección. Yo me ofrecí a planear una acción operativa para que nuestros amigos entraran a la Embajada sin peligro. En esos días todas las Embajadas estaban rodeadas por militares armados que vigilaban para que no se les pasara nadie. Una vez que ellos estuvieron a salvo esperamos un día según las instrucciones que recibimos, para tomar contacto con el Sr. Hoyting, consejero del Embajador. El propio embajador se encontraba fuera de Chile, lo cual facilitaba la acción ya que el estaba contento con el Golpe de Estado. Fue terrible escuchar que ya no podía entrar nadie más. Fui personalmente a la Embajada a hablar con el o con cualquiera persona, cruce la seguridad policial que tenia la Embajada diciendo a los carabineros que cuidaban que venia a ver un asunto de una beca que me había ganado. Una vez adentro tuve que demostrar que éramos perseguidos y que corríamos peligro, les pedí que revisaran el Libro Blanco que habían publicado los militares para justificar el Golpe porque allí aparecía al menos el nombre de mi compañero. Aceptaron darnos asilo político pero advirtieron que solo dentro de la casa estaríamos seguros porque era territorio holandés, pero que era nuestra propia responsabilidad lograr llegar adentro. El Sr. Ter Haar que era un funcionario de la Embajada de Holanda de Argentina sería quien nos recibiría, el se encontraba aprendiendo a tratar con el tema del refugio y asilo. Los refugiados políticos chilenos permanecían en la casa que servia de Oficina Agricola de la Embajada Holandesa, en la calle Ricardo Lyon y no pues, en la propia casa de la Embajada en Las Violetas. Era allí entonces, donde los militares armados vigilaban. Luego de vencer el terror que sentíamos al tratar de poner en practica el plan que teníamos para pasar esa barrera, estuvimos a punto de ser arrestados o de que nos dispararan al dudar los militares del cuento que inventamos para poder entrar. Finalmente después de tirones y fusiles apuntando en mi pecho, un policía holandés de unos dos metros que ni hablaba español nos tomo de los hombros y nos arrebató de las manos de los militares y bruscamente nos puso a salvo en el ante-jardín . Ante esa inesperada acción, los jóvenes militares que cumplían guardia, se turbaron y gritaron hacia adentro que nos daban 15 minutos para hacer lo que teníamos que hacer, sabiendo que pediríamos protección. Pudimos entrar a la Embajada de Holanda donde nos recibieron unos funcionarios de la Embajada y un gran grupo de chilenos refugiados. Estuvimos unos tres meses en la casa que ocupaba la Oficina Agricola de Holanda que también era territorio holandés. En ese tiempo nos organizamos adentro unas 40 personas que era el numero en el momento en que más refugiados había. Cada Lunes se leía la lista de las personas que obtendrían un salvoconducto para poder viajar y para los cuales la embajada se encargaba de preparar el viaje y entregarles una carta certificando que la Embajada organizaba el viaje. Cada Lunes todos esperaban ser nombrados. Salí de Chile el 17 de Enero de 1974, sin poder despedirme de mi familia y sin poder regresar hasta 10 años después.

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