María E. Valdebenito Acuña | Memorias de exilio

María E. Valdebenito Acuña | Holanda



¿CÓMO FUE SU SALIDA DE CHILE?

Roberto mi esposo detenido en la cárcel de Temuco, no tenía idea que yo me había encontrado por casualidad, en una Oficina de las iglesias en la calle Santa Mónica en Santiago. Yo una joven provinciana sin conocer Santiago, llego a dedo a la capital de Chile con 21 años el año 1975, aún no sé quién me dijo fuera a la Calle Santa Mónica, allí se inscriben para ir al exilio, para personas que se encontraban prisioneras.

Cuando entre a ese lugar era otro país, con letreros que se habla de libertad y  atendían con mucha amabilidad y comprensión, una dama muy amable me dijo usted llego gusto, para que se inscriba para ir al Benelux, yo dije que será eso, pero igual me inscribo. Llene el formulario habían muchas preguntas y como yo era una chica matea y obediente, conteste todas las consultas incluso esa que decía, porque se quiere ir del país, con letra muy grande conteste PARA VIVIR EN LIBERTAD, por suerte allí pensaban igual que yo.

Yo era una universitaria de la U de Chile de Temuco  y estudiaba Bibliotecología, por supuesto todo se truncó, y como  nada llega solo, yo ya estaba embarazada, de mi hijo Alejandro, cuando o a mi compañero las fuerzas represoras lo tomaron detenido, por ser la cara visible (locutor) de los programas radiales del MIR  en Temuco, con otros compañero/as.

Al mes más o menos de haber  estado  contestando un formulario, sorpresa fue la grande cuando simultáneamente   los dos, recibimos una carta del Reinado de Holanda, yo vivía en Traiguen y mi compañero, detenido en la cárcel de Temuco,  invitándonos  a vivir junto a nuestro hijo y que ellos se encargarían de todo, pasajes gastos y ropa abrigada  para el frío de Holanda, ya que nosotros vivíamos de la solidaridad, trabajo para mí, en el sur no había (éramos subversivos).

El 13 febrero del año 1976, a las 6:00 horas teníamos pasajes para ir a Holanda, todo arreglado por los encargados ese del Fasic y el Gobierno de Holanda. Hasta esa hora todo era muy nervioso, de mi familia nadie me acompaño, ya que” éramos peligrosos”  (aunque yo no mato ni una mosca), el militar que estaba con una metralleta en el aereopuerto, me amenazo con quitarme a mi hijo, ya que él  mi hijo, no tenía autorización  de su padre para salir del país, yo que estaba muy atemorizada y a lo más probable con depresión, no tenía las fuerzas para defender a mi hijo; pero  apareció un compañera en las mismas condiciones que nosotros y sin yo conocerla, ella grito, con esa voz que tienen las mujeres dirigentes de nuestro pueblo “¡¡Si la compañera no se va nadie se va!!!; por supuesto mi compañero no tenía idea lo que pasaba, ya que a los prisioneros los sacaban por otras puertas, no donde estaban los pasajeros.

El militar se vio solo y corrió a pedir ayuda el valiente soldado, las azafatas de ese día y los funcionarios de interpol, miraron mi pasaporte y los demás documentos, y me dijeron  está todo en regla, suba y corra al avión,  recién allí me percate que todo el mundo estaba  atento a lo que me ocurría, me hicieron un camino de personas, el chofer del bus también sabía lo que  ocurría, al bus nadie había subido el me esperaba solo a mí y mi hijo, cerró la puerta muy raudamente y ¡¡¡grito somos todos los que estamos!!!,  al subir la escalinata del avión KLM, me percato que viene un jeep con unos cinco militares con metralletas para quitarme a mi hijo. El capitán del avión   KLM, me dice ¡¡¡usted señora está en territorio libre de Holanda y bienvenida!!!.

Allí viví 13 hermosos años, llegue a Holanda a los 22 años, sin experiencia, pero aprendí mucho y tuvimos nuestra hija Muriel  y vivimos en una ciudad campesina en ese entonces, Purmerend, en medio de vacas, quesos y tulipanes, VIVA HOLANDA Y SU SOLIDARIDAD CON LOS OPRIMIDOS DEL MUNDO. Ahora vivo en la Región de O’Higgins con mi compañero de siempre mis dos hijos y cuatro nietos y muchas veces me siento una exiliada en mi propio país.

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