Lenka Moretic Vidal | Memorias de exilio

Lenka Moretic Vidal | Yugoslavia



SI HA VUELTO A CHILE, ¿CUÁL ES SU IMPRESIÓN DEL PAÍS?

La manzana

Partió en tren. Llevaba su mochila llena y deseos de liberarse de vidas pasadas.

El paisaje de extrema blancura, le recordaba la fábrica de cristales con sus copos de adorno.

Entre el té humeante y las galletas, repetía la última conversación telefónica, produciendo el mismo efecto que el sonido del eco, al hundir la cabeza en el agua.

—¡Aló! ¡Hola! ¿Cómo estás?

—…ló, …la, ¿…tú?

Las palabras entrecortadas, la respiración muy agitada y la torpeza de la lengua.

Para hablar se necesitan copos de nieve.

El viaje se realizó, agarró dos bolsos y se sentó en el costado del vagón que transporta madera.

Comenzó a recordar su vida y la mochila que cargó durante tantos años. Mientras sujetaba en cada mano las maletas, el peso en la espalda aumentaba poderosamente. Fue imposible contrarrestar la fuerza y cayó de bruces sobre la nieve, rodó por varios kilómetros deshaciéndose del peso para encontrarse en «Yáblaka», ciudad al este del mundo, donde reconoció el sonido cálido de la bienvenida, emanado de los rostros sonrientes.

Habló en el idioma que desconocía, dándose a entender sin dificultad alguna.

—Carezco de documentación y papeles válidos, necesito hospedaje.

Caminaron juntos llegando a una calle estrecha de adoquines donde los aromas se confundían con los sonidos de los niños y los colores de la ropa con los tendederos, una mano abierta la invitó a pasar.

Al final descargó sus pertenencias, y, quizás el olor, quizás el destello, la hizo voltearse alegre para ver aquello tan anhelado, el mar.

Con pasos acelerados se dirigió al horizonte, fue recibida por estelas de verde esmeralda que peinaban la superficie mezclándose con el verde petróleo. Oleaje suave, remolino de la brisa, trigales marinos serenando la soledad adquirida.

Esa es la historia y no otra, jamás hubo respuesta.

 

Lenka Moretic Vidal

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