Gregorio Altamirano Aravena | Memorias de exilio

Gregorio Altamirano Aravena | Finlandia



¿CÓMO VIVIÓ EL PRIMER PERIODO EN EL NUEVO PAÍS?

¿Qué treinta años no es nada?

Radiómano desde siempre, encendí la pequeña radio a pilas que tenía sobre mi “velador” y escuché la noticia:  Había fuertes rumores de alzamiento de la Armada en Valparaíso.

Corrí hacia el otro dormitorio y dije:
— ¡Juan…. despierta, hay rumores de Golpe!

Juan Gianelli, mi cuñado apareció medio durmiendo todavía y juntos escuchamos las noticias. (Juan Gianelli, profesor, dirigente nacional del Sindicato de Trabajadores de la Enseñanza – SUTE, secuestrado frente a sus alumnos en julio de 1976 y desaparecido hasta hoy y yo me pregunto: ¿treinta años no es nada?).

Así comenzó esta segunda parte de mi vida tan diferente a la anterior.

Cuando no cumplía todavía 13 años, fui a vivir con mi padre que había formado otra familia. Hasta entonces viví con mis hermanos junto a mi madre, profesora, multiplicadora de panes para sus 5 críos. Profundamente católica, nos educó al amparo de la Iglesia y cumplimos todos los ritos que establece la religión de Roma.

La vida en la casa de mi padre era distinta, él, comunista de larga data, clandestino entonces por el imperio de la mal llamada “Ley de defensa de la democracia” o “ley maldita” para el pueblo, y que durante 10 años prohibió pensar en comunista a los chilenos, incluso a nuestro Premio Nobel Neruda. Allí comencé a conocer los postulados filosóficos de Marx y Engels y a quienes los propagaban en Chile. Allí, en casa de mi padre en la 4 oriente de Talca, conocí a SALVADOR ALLENDE, líder indiscutido de nuestra lucha por una vida más humana para nuestro pueblo, por derechos para niños y mujeres, por el rescate de nuestros recursos naturales y por real democracia. Eran los días previos a la elección de presidente de Chile el 4 de septiembre de 1958, el segundo de cuatro intentos que culminaron el 4 de septiembre de 1970 con su elección como Presidente de la República.

Cautivado por las propuestas políticas de Allende y de los partidos que lo respaldaban, me incorporé entusiasta a las campañas electorales del 58, 64 y 70, como militante de izquierda primero y para los 70 como militante comunista. Inscrito en Santiago, viajé a la capital el día de la elección (en ese entonces era profesor en la Escuela Agrícola de Contulmo, siguiendo la tradición familiar). En la casa de los Salinas esperamos los resultados y luego salimos a la calle y nos unimos a los miles que a pié marcharon desde la Gran Avenida y otros sectores hasta la Alameda a escuchar el primer discurso de Allende como Presidente ya electo.

En nuestro camino nos encontramos en la plaza Bío-Bío con una gran concentración de fuerzas militares en camiones y tanquetas, como eran los milicos los que mantenían el orden durante las elecciones realmente no nos llamó la atención. ¡No sospechamos entonces que era un anticipo de lo que vendría después! Ya en ese momento había algunos que querían impedir la toma del mando por Allende. Él prevenido de esas maniobras hizo un discurso muy cuidadoso llamando a que la celebración del triunfo fuese una manifestación tranquila y respetuosa frente a los vencidos. ¡Y cumplimos! ¡Ni un vidrio roto! ¡Ni un destrozo! Con la conciencia de la gran responsabilidad que teníamos por delante. ¡Por primera vez los que habían sido atropellados en su dignidad por generaciones teníamos la posibilidad de dirigir los destinos de este país.

Volví a la provincia y a fines de diciembre de 1970 recibía un telegrama enviado por el Ministro de Agricultura donde me ordenaban presentarme en Temuco el día 2 de enero de 1971, donde fui nombrado Director de la Administración de Parques Nacionales y Reservas Forestales.

Me correspondió participar activamente en los 1.018 días del Gobierno de Allende llenos de creatividad y de realizaciones: La Reforma Agraria, la nacionalización del cobre, la difusión de la cultura, la leche para todos los niños, los 20.000 puestos de trabajo que creamos con la reforestación, la puesta en marcha de los grandes complejos industriales forestales en Arauco y Constitución, las jornadas de trabajo voluntario los fines de semana haciendo canales de regadío o distribuyendo fertilizantes y semillas o descargando carros de ferrocarril para generar más capacidad de transporte frente al boicot de los camioneros, 12 , 14 ó 16 horas de trabajo diario sin cobrar horas extraordinarias, recorriendo Chile sin viáticos.  ¡ Esa fue nuestra entrega!  Incorporando a todos al trabajo, sin distinción de color político: Un demócrata-cristiano y un hombre de derecha eran mis secretarios técnicos como Director de Conaf.

¿Alguien fue arbitrariamente expulsado del trabajo durante nuestra gestión? ¿Qué levante el dedo!

¿Alguien fue secuestrado o torturado, o asesinado a mansalva, alguna mujer fue violada?

¿Alguno de nosotros de enriqueció abusando del poder político?

Escucha Moreira: Te desafío a que entregues un caso,  ¡uno solo! En el que nosotros hayamos  atropellado el derecho de alguna persona. No lo encontrarás.

Tú sí, eres la representación viva del abuso: si no hubiese sido por la dictadura de Pinochet, serías nadie. No habrías tenido la oportunidad que te dio el dictador:  Primero dejando a cientos de miles sin trabajo en la miseria absoluta, para después nombrarte alcalde en una comuna pobre donde compraste conciencias a cambio de una fonola, de un colchón o de un día de ingreso mínimo. Hace poco dijiste en la televisión: ”esa dictadura que tu llamas, le cambió el pelo a Chile”. ¡Cierto, de un país de gente decente, respetuosa del adversario político, honrada e incorrupta, lo transformó en un país de ladrones, asesinos, mentirosos y cobardes!

En medio del entusiasmo, con que trabajábamos, no nos dimos cuenta de lo que se nos venía encima, y aquel día funesto para la gran mayoría de los chilenos y de festejos groseros de aquellos que no fueron capaces de ganarnos en las lides democráticas, el mundo se nos puso patas arriba.

La historia política de Chile, contrariamente a lo que proclamaban nuestros líderes, incluso Allende, ha sido golpista desde la Guerra Civil del 91, incapaz de contener por la vía del juego democrático las crecientes demandas del pueblo chileno por una vida mejor. Derrocaron a Balmaceda mediante una insurrección militar porque el Presidente mártir proclamaba la recuperación de las riquezas salitreras, en manos de grandes empresas inglesas asociadas con aristócratas chilenos, Se alzaron los jefes de la armada y se fueron a Iquique donde instalaron un Gobierno paralelo con la ayuda económica de los ingleses.

Muerto el Presidente instalaron un sistema económico ultra liberal, que traspasó los bienes estatales a las empresas inglesas. ¿será coincidencia?. A poco andar se manifestó la primera crisis del salitre, los ingleses arrancaron después de revender al Estado, con suculentas ganancias, los títulos mineros obtenidos a bajo precio después de la “revolución del 91”.

La lucha creciente de los obreros nortinos, portuarios, profesores y del pueblo en general, unido a la corrupción de los gobiernos conservadores, terminó en los años 20 con la elección de Alessandri que prometió y materializó grandes reformas que favorecían a las clases desposeídas.

Nuevamente la derecha se presentó a los cuarteles y Arturo Alessandri fue derrocado por una Junta militar, el 11 de septiembre de 1925, ¿otra coincidencia?. Se apoderó del poder el General Carlos Ibáñez el que rápidamente instaló una política ultra liberal traspasando los bienes de la nación, esta vez a la voracidad de los inversionistas norteamericanos. En unos pocos años las inversiones norteamericanas se multiplicaron por 100 y por supuesto la extracción de riquezas aumentó en forma similar.

La crisis financiera de los años 30 puso fin al “experimento” Ibáñez y en una nueva elección nuevamente Alessandri fue electo Presidente.

Desde entonces, ¡¡¡Jamás la derecha ganó una elección!!!!  Y con Aguirre Cerda comenzó una nueva historia para Chile. La presidencia del hijo de Alessandri entre 1958 – 1964 fue un accidente provocado por un sector de partidos de centro que lo apoyaron.

El desastre económico dejado por Alessandri, profundizó las desigualdades y el pueblo dijo ¡basta!, primero con Eduardo Frei y luego con Salvador Allende.

Nuevamente la derecha comenzó a conspirar y enredó en su empeños a sectores de la democracia cristiana, dando luz verde a la camarilla militar que dio el golpe de estado en septiembre de 1973.

Fui testigo del bombardeo de La Moneda desde el 8° piso de la Conaf. Fui testigo de la ninguna resistencia de parte nuestra, porque si hubiésemos tenido una piedra en la mano esa la habríamos usado contra los golpistas. Fui testigo de cómo civiles bien encorbatados, repartían licor a los soldados que ocuparon la Avenida Bulnes antes del bombardeo. Fui testigo de cómo disparaban a diestra y siniestra contra los edificios cercanos desde los cuales jamás salió una respuesta. Si verdaderamente hubiéramos estado armados como proclamaron después, otro gallo les habría cantado.

Después, la vida fue dura para quienes fuimos partidarios de Allende. Los ajusticiamientos sumarios, los asesinatos, los secuestros, la prisión, los despidos, la persecución constante.

Hacía poco había tomado la decisión de terminar mi matrimonio e iniciar una nueva relación, pero había comprometido apoyo a mi ex esposa y para mis hijas. Ambos quedamos sin trabajo y aunque intentamos varias alternativas, las puertas se nos cerraban en todas partes. A pesar de la fuerte vigilancia militar extendida a todo el país recorrí varias regiones pero concluí que el horno no estaba para bollos, arriesgando en varias oportunidades caer preso.

Sin ingresos y sin ahorros, tomé la decisión de salir del país y el 20 de noviembre de 1973 salí hacia Finlandia con la ayuda del representante consular de ese país que me proporcionó un pasaje. Llegué a Helsinki con una pequeña maleta, mi guitarra, mi quena y algunos discos que me arriesgué a sacar. Allí me recibió un representante del Gobierno finlandés y me condujo a un lugar donde se encontraban unas 20 personas, chilenos y de otras nacionalidades que habían solicitado asilo a la Embajada finlandesa en Santiago.

Desde un comienzo recibimos la simpatía de diversos sectores del pueblo finés. La Federación de Estudiantes universitarios fue la primera delegación que nos visitó, luego dirigentes sindicales, y empleados del Servicio Forestal, que nos ofrecieron trabajo. Lo primeros días fueron difíciles, mucha depresión y angustia ante un futuro incierto, la lejanía de los seres queridos y el tomar conciencia que seguramente pasaría mucho tiempo antes de poder regresar.

Pero las permanentes muestras de solidaridad nos sacaron de nuestro letargo y a poco andar los que compartíamos la situación nos dimos cuenta que algo podíamos hacer por nuestra causa. Fuimos invitados por los estudiantes y en la “Casa Vieja” como se conocía el edificio donde funcionaba la Federación, comenzamos a participar en actos públicos, charlas y conferencias, donde un público ávido, de jóvenes, y adultos, nos solicitaban les contáramos de Chile y del Gobierno de la Unidad Popular. Aprovechando mis dotes musicales, comencé a difundir entre la gente aquellas canciones del Chile de Allende, de la Violeta Parra, de Víctor Jara, de Patricio Manns, de los Inti y de los Quila, y apoco andar varios grupos musicales universitarios interpretaban estas canciones y creaban nuevas canciones en torno al drama de Chile. Prácticamente no había día en que no tuviéramos alguna actividad incluyendo tertulias en casa de estudiantes.

Para sobrevivir recibíamos un ”viático” de 20 markkas finlandesas por día (U$4,00) que nos servían para los “vicios” y el transporte, todo esto mientras nos ubicábamos en un trabajo. Nos inscribimos en un curso de finlandés, pero muchos desertamos por lo difícil de la lengua y decidimos tomar un curso de inglés, idioma muy difundido en Finlandia. En realidad los finlandeses son poliglotas en su mayoría. Cada muchacho o muchacho ya conocía tres o cuatro idiomas al salir de la escuela básica.

En todo caso mi objetivo principal al salir de Chile era llegar a Italia y unirme al trabajo de Inti illimani, grupo que había integrado en los primeros tiempos , amigos de toda una vida y con los cuales había tomado contacto telefónico antes de salir de Chile, habiendo acordado que sería integrado a su trabajo cuando llegara a Roma. Ellos casualmente, se encontraban en Italia, participando en un Festival de L’Unita, el diario de los comunistas italianos, cuando sobrevino el golpe de estado. Inmediatamente habían sido acogidos por el pueblo y el Estado italiano y habían iniciado la tarea de denunciar al fascismo chileno y sus tropelías.

Ahorrando parte del “viático” y con la ayuda de un amigo alemán, logré atravesar Europa y llegué en tren a la Estación Central de Roma el 4 de enero de 1974. Allí en la “Stazione Termini” nos reencontramos con el “Loro”, Horacio, Jorge, Max, José y Luis Miguel: los Inti. Ellos salían hacia la región toscana por unos días y yo me quedé en Roma en la Pensione Varese, un hostal perteneciente a dos viejos partisanos que nos dieron refugio durante varios meses: “Non ti preocupare compagno…dopo ne le parliamo”.  – luego hablamos – decían cuando tocábamos el tema del pago mensual.

El cariño inmenso del pueblo italiano en cada lugar fue una medicina irreemplazable para sobrellevar aquellos duros años.

La mayoría de los Inti ya estaban allí con sus familias y vivimos en campamento por algunos meses.

Al volver de su gira tuvimos una intensa reunión donde se discutió mi situación. Francamente, como siempre lo hicimos. Concluimos que el grupo no necesitaba un nuevo integrante en lo musical, pero que si era necesario asumir la labor de coordinación para programar el trabajo, resolver sobre los cientos de invitaciones que llegaban, asumir la producción artística, manejar las Finanzas, encarar el tema legal para trabajar en Italia, buscar formas de generar otros ingresos y además resolver el tema de la vivienda. En conjunto con otros dos compañeros que se habían integrado, asumimos la tarea.

El fin de semana siguiente fue trascendente, pues me correspondió asumir la producción de un primer concierto en conjunto con la ARCI (Asociación de Recreación y Cultura Italiana), un organismos en que participaban comunistas y socialistas italianos, establecido en todo el país y que programaba actividades culturales y recreativas.

Este concierto se realizó en el Teatro Adriano de Roma, con un lleno total, de manera que hubo que instalar parlantes hacia la plaza vecina donde una multitud participó de la manifestación. Fue un acto colmado de emociones, para mí y para todos, asistió incluso el “hermano” Bernardo Leigthon de la democracia cristiana chilena , que había condenado el golpe de Pinochet, a diferencia de sus correligionarios. Con diapositivas y trozos de filmaciones proyectados en una pantalla gigante, se fue desarrollando este acto político cultural, que definió un estilo de trabajo para el grupo y otros grupos musicales que se incorporaron al trabajo de denuncia de la brutalidades de la junta militar de Chile.

Con el corazón hecho un puño, la garganta seca y apretados los dientes, fuimos viendo por primera vez, imágenes de la brutalidad, filmadas por amigos cubanos y alemanes: El bombardeo de La Moneda, los presos maltratados, los rostros repugnantes de los golpistas, los muertos por las calles: ¡¡¡Venid a ver la sangre por las calles!!! Declamó nuestro poeta cuando el martirio de España: ¡¡¡Venid a ver la sangre por las calles!!! Fue nuestra terrible realidad. DE allí sacamos fuerzas para nuestro trabajo de denuncia.

A fines de febrero de ese año llegó, Liliana, mi mujer a compartir la tarea emprendida: denunciar a Pinochet y sus secuaces por todo el mundo.

Permanecimos en Italia hasta el mes de mayo, el trabajo funcionaba pero la parte económica se hacía difícil, Italia atravesaba por una crisis y era difícil generar los recursos para mantener a todo el grupo. Decidimos entonces viajar a Finlandia, donde se me había asegurado una beca para un postgrado en la Universidad de Helsinki, y había posibilidades concretas de trabajo para Liliana. Mantenía contacto con mi familia en Chile y enviaba alguna ayuda económica de acuerdo con las disponibilidades. En Finlandia podríamos tener una situación mas holgada y contribuir al movimiento de solidaridad con Chile.

Así las cosas, nuevamente en Finlandia trabajando con la Suomi-Chile Seura o Asociación Finlandia-Chile, durante los meses de junio, julio y agosto, perfeccionando el inglés para estar preparados al inicio de los estudios en septiembre.

Intensa fue la actividad en Suomi-Finlandia (Suomi es el nombre original del país, en finés se dice “suomalainen” al habitante del país.)

El centro de nuestro trabajo solidario fue la Casa Vieja. Allí presentamos el 12 de julio de 1974, en homenaje al natalicio de Pablo Neruda, al conjunto “Pueblo Chileno” Formado en las semanas previas con jóvenes de las familias chilenas (unas 20) que habían salido exiliados de Chile. Participó además un conjunto infantil de los hijos del folclorista Valericio Lepe y el propio Valericio acompañado por el suscrito. La presentación, acompañada de un diaporama con un recuento de la historia de Chile preparado por otros compañeros, fue impecable, con la ayuda de relatores finlandeses del grupo musical Agitprop.

Este programa fue presentado en las principales ciudades de Finlandia durante nuestra estadía, siempre con el apoyo de la Federación de Estudiantes y la Central Sindical Finlandesa.

La conmemoración del primer aniversario del 11 de septiembre fue otro momento trascendente. Un gran acto político cultural fue desarrollado con nuestra participación y grupos finlandeses en la Plaza del Senado, el centro de la vida política finlandesa, previa marcha multitudinaria por las calles de Helsinki. Es de subrayar que los finlandeses solo manifiestan en la calle una vez al año: el 1° de mayo, pues bien, durante años también salieron a las calles el 11 de septiembre.

Durante nuestra estadía en Finlandia hasta marzo de 1976, el estudio en la Universidad de Helsinki fue combinado con la actividad política a través de la música. No hubo fin de semana en que no realizáramos alguna actividad, en la Universidad o en la televisión, o en los sindicatos.

El 18 de diciembre de 1975 nación nuestra hija Paula, mientras Liliana pasaba el trance, yo estaba participando con el grupo musical en un centro de vecinos, donde recibí la noticia.

En realidad, no teníamos tiempo para lamentarnos, organizábamos eventos con invitaciones a representantes de otras comunidades residentes en Finlandia, ensayábamos con los grupos musicales,  dábamos entrevistas a los diarios, apoyábamos el trabajo de la Comisión Internacional de Investigación de los crímenes de la Junta militar en Chile, organismo constituido por personalidades europeas y presidida por el Ministro de Justicia de Finlandia, Preparábamos informativos, afiches, editamos una tirada de 30.000 ejemplares tamaño postal de reproducciones de los afiches del tiempo de Allende.

En octubre de 1975, los estudiantes organizaron un día de trabajo voluntario por Chile, participaron miles de estudiantes universitarios y secundarios, de toda Finlandia. Se organizaba un mitin en cada colegio y luego los estudiantes salían a realizar trabajos programados por las municipalidades. El trabajo realizado era pagado por el municipio y los fondos eran depositados en una cuenta corriente desde donde fueron enviados a Chile a familiares de los presos, perseguidos y secuestrados por la policía de Pinochet.. En esa ocasión me correspondió participar en 20 mitines, en varias comunas de la capital finlandesa, haciendo discursos y cantando. Por supuesto al final del día estaba afónico pero satisfecho del trabajo realizado.

Celebramos el 18 de septiembre, actuando como verdadera embajada, preparando una recepción oficial donde participaron representantes de la mayoría de los países con embajada en Finlandia.

Junto a mi amigo boliviano Jaime Villanueva y tres jóvenes finlandeses formamos un grupo de música andina, ellos tocaban la guitarra, el charango y la quena, yo acompañaba con los tres instrumentos y Jaime llevaba la percusión. Eran excelentes interpretes y pronto dominaron los instrumentos sin dificultad, nos presentamos en la TV finlandesa y tuvimos buena recepción.

A fines de 1975 participamos como grupo y como solistas en un gran Festival de la canción de Helsinki organizado por los estudiantes finlandeses. Artistas chilenos residentes en otros países fueron invitados de honor. Estuvieron los Quila, Patricio Manns e Isabel Parra, también invitados músicos españoles, portugueses y Omara Portuondo de Cuba. Nuestro grupo ya mas maduro y reforzado con la incorporación de Alfonso “muerto” Padilla, tuvo destacada participación en dicho festival.

A fines de 1975 ya había dado todos los exámenes de mi postgrado consiguiendo la mejor calificación en economía forestal. “erinomaiset tiedot” que significa excelente conocimiento. Solo faltaba preparar una tesis final y dar el examen correspondiente. En ese momento se produjo otro cambio trascendente para nuestras vidas: llegó la petición de mis amigos del Inti para que fuera a trabajar con ellos en la gestión del grupo….Y lo aceptamos de inmediato previa conversa con Liliana. Así las cosas, a fines de febrero de 1976 partí rumbo a Paris, donde operaba la coordinación central de las actividades culturales de la Jota chilena, luego de una semana llegaba de nuevo a Italia y comenzábamos una nueva etapa en nuestro peregrinar. Liliana con Paula llegaron a fines de marzo y nos instalamos en Genzano di Roma, “ cuartel general” de los Inti en esa época. Nuevamente la actividad fue intensa, Liliana trabajaba con la secretaría de la Jota en el exterior “ad honorem” y yo dirigía la oficina de ONAE, organismo cultural creado por los Inti con la ayuda de amigos italianos.  Allí llegaban cientos de solicitudes  pidiendo la participación del Inti en encuentros político culturales de solidaridad con Chile organizados por comunistas y socialistas italianos y las grandes centrales sindicales de ese país, También llegaban las solicitudes de todo el mundo: De Australia, Japón, Canadá, México, Venezuela, España, Francia, Holanda, Alemania (las dos), Suecia, Finlandia, La URSS y otros países socialistas, Inglaterra, donde nuestro contacto era la queridísima Joan Jara y también desde EE UU. En todos estos países el Inti actuaba en los escenarios más nombrados. Se elaboraba el Plan anual de trabajo y el presupuesto, que contemplaba Giras en Italia, Giras en Europa, Giras en otros continentes, Tiempo para Grabaciones, tiempo para ensayos y creación y por supuesto vacaciones.

El periodo mas intenso de solicitudes y actividades era el verano, entre junio y septiembre. En ese periodo, el partido comunista italiano, realizaba sus Fiestas de L’Unita, ( el diario del partido), eventos político culturales que se realizaban en cada “Quartiere”, Piccolo paese, ciudades y capitales regionales, en un proceso vertiginoso que culminaba con la Fiesta Nacional de L’Unitá, durante septiembre. En todas partes reclamaban la presencia “dei compagni cileni” los que debíamos participar con muestras, sesiones de pintura callejera (Murales), presentaciones políticas, y actividad artística. Por supuesto todos querían al Inti, pero el Inti no daba abasto, por lo tanto organizamos una trouppe compuesta por grupos de pintores, músicos, grupos de bailes, e incluso incorporamos a grupos residentes en otros países, incluyendo los “famosos” como los Quila, Los Aparcoa, Isabel y Ángel Parra, Patricio Manns y grupos que compatriotas habían formado en su lugar de residencia.. En nuestro escritorio se acumulaban anualmente mas de 500 solicitudes de todas las latitudes para que participáramos en actos solidarios.

En 1978 decidimos volver a Chile y esa experiencia será materia de otro relato.

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